Ficha razonada: Dama de Perú
Fotografía: Nicolás Aguayo Fuenzalida
Dama de Perú , 1845
Óleo sobre Tela, 162 x 132 cm
Raymond Quinsac Monvoisin
Inscripciones
Image
Firma: Centro derecha R'. Q'. / Monvoisin. 1845. / Perou
Procedencia
Fundación Cardóen , Santa Cruz
Exhibiciones
Las mujeres de Monvoisin, Corporación Cultural de Vitacura, Santiago, 2015

No obstante la relevancia protocolar y la esmerada factura de este retrato de aparato, con toda probabilidad ejecutado en la capital peruana, hasta hoy no ha podido determinarse la identidad precisa de la mujer en él representada. Su figura se emplaza al centro de un lujoso espacio interior, que en este caso alterna con el vasto paisaje abierto que asoma al lado derecho de la composición, detrás de una pesada cortina de reminiscencias cortesanas. En esa vista exterior se perfila una cadena de cerros, que quizá aluda a alguna de las principales haciendas situadas en los alrededores de Lima. Si fuera así, podría tratarse de la esposa o la hija de uno los grandes propietarios agrícolas del valle del Rímac. La joven dama, con un elegante traje satinado a la moda francesa de mediados de la década de 1840, domina la composición, cuya solemnidad se ve matizada por el perrillo que la acompaña, cuyo pelaje blanco sobre el albo satinado de la vestimenta constituyen un alarde de destreza pictórica, evidentemente buscado por el artista, que contribuye a matizar la formalidad de la representación y a introducir un detalle de gusto burgués casi impensable en la retratística limeña anterior a Monvoisin. Este detalle alusivo a una cotidianidad aparecerá también en un retrato infantil doble realizado por esos mismos años en Lima.

El rostro perfectamente ovalado de la mujer y su leve inclinación, armonizan con el gesto de relajada discreción con que posa la mano izquierda sobre la derecha, que sostiene el abanico cerrado, mientras dirige la mirada hacia el espectador en actitud pensativa. Su diminuto pie, que asoma por debajo del ruedo de la falda, era un tópico asignado a la belleza limeña, que en este caso coincide con una fórmula heredada de la retratística dominante en la corte de Luis Felipe de Orleans, el “rey burgués”, que Monvoisin habría logrado asimilar y adaptar a una clientela sudamericana ávida de novedades cosmopolitas. Es claro que el pintor conocía bien la modalidad de la pintura de corte difundida desde las principales capitales europeas por las influyentes imágenes oficiales de Franz Xaver Winterhalter.

Es interesante constar cómo los elementos básicos del lujoso atrezzo que rodea a la retratada tienden a repetirse en este tipo de representaciones, remarcando siempre la adecuación de la alta sociedad limeña a las recientes modas decorativas llegadas desde Francia. Así, por ejemplo, el lujoso y pesado mobiliario historicista, acorde con el estilo Luis Felipe de Orleans, está representado aquí por un asiento tipo “meridiana”, forrado en terciopelo rojo con borlas doradas, que pareciera ser el mismo que figura en el retrato de Julia Codesido Oyague, ejecutado en fecha cercana. Lo mismo podría decirse del colorido ramo floral, aquí colocado detrás, y del cortinaje verde que enmarca su rostro y abre paso a la profundidad del espacio exterior.

Luis Eduardo Wuffarden
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