Ficha razonada: La captura de Caupolicán
Archivo Museo Histórico Nacional
La captura de Caupolicán , 1854
Óleo sobre Tela, 297 x 386 cm

Autoría inicial Única: Raymond Quinsac Monvoisin
Autoría final :
Inscripciones
Firma: Raymond Monvoisin Chili/1854

Procedencia
Museo Histórico Nacional , Santiago , 1970
Familia Riesco Jaramillo , Santiago , Desconocido-1970
Manuel Solar de Gorostiaga , 1853

Caupolicán fue el líder del pueblo Mapuche que habitaba en los territorios que ahora se conocen como Chile y Argentina. Resistió valientemente a los avances de los colonizadores, pero tras ser traicionado, fue capturado tras la Batalla de Antihuala el 5 de febrero de 1558 y ejecutado por los españoles mediante empalamiento. Su lucha inspiró el tema del poema épico La Araucana del español Alonso de Ercilla y Zuñiga (1533-1594). Ercilla, de origen noble, pasó su juventud al servicio de Carlos V, acompañando al príncipe Felipe en viajes a otros estados del imperio. En 1555 viajó a Perú y siguió a García Hurtado de Mendoza, recién nombrado gobernador y capitán general de Chile. Presente en las batallas contra los insurgentes araucanos, fue testigo de la muerte de Caupolicán. En su poema, Ercilla canta la guerra, exaltando al pueblo con el que lucha y mostrando su admiración por el amor de los indios hacia su tierra y su libertad.

La existencia del poema épico de Ercilla hizo posible que los héroes de la resistencia Mapuche contra los españoles en el siglo XVI -como Lautaro, Caupolicán y Galvarino- fueran reconocidos después de la Independencia de Chile. Sin embargo, el agravamiento de los conflictos fronterizos y las campañas de exterminio militar llevadas a cabo entre 1860 y 1865, especialmente del lado chileno (la denominada “Pacificación de la Araucanía”), desencadenaron un proceso de deconstrucción de los antiguos líderes mapuche, cantados en La Auraucana. Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), prominente liberal y miembro de la élite progresista chilena, por ejemplo, se pronunció contra el mito construido por Ercilla en varias ocasiones. En su obra Lautaro y sus tres campañas contra Santiago. 1553-1557 de 1876, Vicuña Mackenna ambicionó reconstituir la verdad histórica al escribir: “veamos a Lautaro presentarse como genuinamente bárbaro, cruel, borracho, falso y hasta traidor; es decir, un indio araucano con toda la extensión de los defectos de su raza”.[1]

Claudio Cifuentes Aldunate en un artículo con enfoque semiótico, fija la evolución del personaje de Caupolicán en La Araucana en cinco etapas y representaciones correspondientes: 1. Unidad dual. Fuerza corporal e inteligencia al servicio del pueblo. Vencedor, célebre y en equidad de papel con Carlos V. 2. Desintegración de su imagen. Unidad dual de fuerza e inteligencia al servicio de sí mismo. Pérdidas bélicas, de prestigio y fama. 3. Restauración parcial de su imagen a través de la elocuencia y el ingenio. 4. Desintegración total de su imagen en persecución y encarcelamiento. 5. Recuperación de su integridad mediante el bautismo y la muerte. Valiente, temido y digno, es ejecutado con el atributo cristiano que le faltaba.[2]

Monvoisin lee La Araucana, pero no enfatiza en la valentía del líder mapuche durante las batallas o en la muerte. El pintor se centra en la reacción de la esposa del héroe, Fresia, cuando lo ve encarcelado. Momento, según Claudio Aldunate, de total desintegración del personaje.

“¡Ay de mí! ¡Cómo andaba yo engañada

con mi altiveza y pensamiento ufano,

viendo que en todo el mundo era llamada

Fresia, mujer del gran Caupolicano!

Y agora, miserable y desdichada,

todo en un punto me ha salido en vano,

viéndote prisionero en un desierto,

pudiendo haber honradamente muerto.

(...)

“Toma, toma tu hijo, que era el ñudo

con que el lícito amor me había ligado;

que el sensible dolor y golpe agudo

estos fértiles pechos han secado:

cría, críale tú, que ese membrudo

cuerpo en sexo de hembra se ha trocado;

que yo no quiero título de madre

del hijo infame del infame padre”

 

Diciendo esto, colérica y rabiosa

el tierno niño le arrojó delante,

y con ira frenética y furiosa

se fue por otra parte en el instante. (...)”[3]

Aun así, la figura de Caupolicán parece incidir en la composición, ya que aparece ligeramente agrandada en relación con los demás personajes, cierta alusión a las escenas de Cristo presentado ante la multitud, configurando de este modo la iconografía del mártir. La clara distinción entre sufrimiento y entrega femeninos con la resuelta moderación masculina hace explícita la intención literaria-histórica, y también moralizadora de la composición, abordaje innovador al contexto de la pintura de género histórico en América Latina.

Se considera que la obra tiene intervenciones de taller, dada la diversidad de su factura con áreas claramente inacabadas, por eso pesaron acusaciones de poco esfuerzo de parte del artista. Monvoisin realizó dos versiones para la captura de Caupolicán. La primera, aquí estudiada, es el resultado de un encargo de Manuel Solar Gorostiaga en 1853, junto con la tela La abdicación de O'Higgins, actualmente perdida y conocida solo por una litografía y un bosquejo. El biógrafo de Monvoisin, David James, informó que el tema parece haber sido sugerido por el historiador y político Miguel Luis Amunátegui (1828-1888) y que Monvoisin viajó entre 1854-1855 a la Araucanía para estudiar la región y “hacer una buena colección de croquis de fisonomía de los indios”[4]. Monvoisin retoma el tema en una tela presentada en el salón de París en 1859, Caupolicán prisionero y Fresia (Caupolicán, jefe de los araucanos, prisionero de los españoles), hoy en el Museo O'Higginiano y de Bellas Artes de Talca.

Durante siglo XX, la pintura estuvo en el comedor de la finca Santa Corina, propiedad de la familia Riesco Jaramillo, hasta principios de la década de 1970[5], cuando pasó a manos del estado chileno y se dio a conocer.


[1] Vicuña Mackenna, Benjamín: Lautaro y sus tres campañas contra Santiago. 1553-1557. Estudio biográfico según nuevos documentos. Santiago:  Impr. de la Librería del Mercurio, 1876, p. 6.

[2] Cifuentes Aldunate, Claudio: “Caupolicán: creación y recreaciones de un mito”, Noter og kommentarer fra Romansk Institut. Odense Universitet 53 (1982), p. 64.

[3] Alonso de Ercillla: La Araucana. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 2005, canto XXXIII.

[4] James, David : Monvoisin. Buenos Aires, Emecé Editores, 1949, p. 89. Miguel Luis Amunátegui publicaria en 1862, Descubrimiento i conquista de Chile, y, en 1882, Vida del jeneral don Bernardo O"Higgins: (su dictadura, su ostracismo).

[5] Agradecemos a Juan Manuel Martínez, investigador del Museo Histórico Nacional de Santiago, la información sobre esta pintura.

Bibliografía

1928
ÁLVAREZ URQUIETA, Luis, Breve historia de la Pintura en Chile, algunos juicios críticos y nómina de los cuadros de la Colección Luis Álvarez Urquieta. Santiago, [s.n.], p. 20.

1949
JAMES, David, Monvoisin. Buenos Aires, Emecé Editores, pp. 84-85.

1955

VV.AA, Monvoisin. Santiago, Ediciones Instituto de Extensión de Artes Plásticas, Universidad de Chile, p. 33.

2010

VIEIRA CHRISTO, Maraliz de Castro, “Monvoisin no Salon de 1859: índios, mestiçagem e pessimismo”, VI Encontro de História da Arte. Campinas, Universidad Estadual de Campinas, 2010, p. 283.  

Maraliz de Castro Vieira Christo, Nicole Iroume y Fernanda Pitta
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