Solo dos años antes de la ejecución de estos retratos se había celebrado el matrimonio de Tránsito Ortúzar Castillo (1828-1873) y el político conservador Rafael Gatica Souza (1812-1876). Uno de los testigos de la ceremonia y amigo cercano de Gatica, fue Manuel Montt, que al momento de realización de los cuadros había asumido ya como Presidente de la República. Aunque las pinturas se realizaron probablemente en Santiago, el matrimonio se estableció finalmente en Illapel, lugar en que había nacido Rafael Gatica y donde desarrolló la mayor parte de su labor como diputado. Al momento de ser retratados, en 1852, Tránsito Ortúzar tenía 24 años y su marido había alcanzado ya los 40.

Ambas telas, de iguales dimensiones, comparten rasgos compositivos y muestran un carácter complementario que permite apreciar que fueron concebidas para formar pendant, en alusión al vínculo matrimonial que unía a los retratados. En los dos casos Monvoisin utilizó los mismos elementos compositivos, como la columna ubicada en ambos cuadros al costado izquierdo, el cortinaje verde que se descuelga en forma diagonal desde la esquina superior derecha y que cubre parcialmente la base de la columna, y el sofá rojo en que se ubica cada retratado.

Aunque en las dos telas el pintor recurre a los mismos elementos de fondo, se situó a los retratados en sentidos opuestos, acentuando así su carácter complementario. Mientras ella posa inclinando el cuerpo ligeramente hacia la izquierda y apoyando el brazo derecho sobre el costado del sofá, su marido lo hace inclinado hacia la derecha, descansando su brazo izquierdo sobre el otro extremo de un sofá de semejantes características.

Ella, en una postura más bien erguida, fue retratada con un sobrio vestido negro de escote y mangas de encaje. En estas últimas se aprecia con mayor claridad el uso de tela impresa sobre lienzo, técnica habituamente utilizada en el taller del pintor para la representación de encajes. En el mismo brazo derecho apoyado en el sofá, se aprecia un brazalete asomado bajo el encaje de la manga, al que acompañan dos anillos que la mujer exhibe mientras toma suavemente un extremo del chal que cae con holgura sobre los brazos.

En el otro retrato, la mayor inclinación del cuerpo de su marido hacia la derecha acentúa el tono más relajado de su pose, apreciable también en la postura de la mano izquierda que, apoyada sobre el sofá, cae con soltura. La mano derecha, en tanto, se ubica sobre la chaqueta de botones dorados que usa bajo el abrigo café, en la que se engacha ligeralmente el dedo pulgar.

A diferencia de otros retratos que forman pendant, como el caso de José Santos Tornero y Carmen Olmos Aguilera (colección Museo Nacional de Bellas Artes), o Diego José Benavente y Mercedes Fontecilla (Colección Particular), el pintor decidió agregar las firmas en los extremos opuestos de los retratos, usando distintos colores. En ambos casos esta se ubica en el brazo del sofá que sirve de apoyo a cada retratado, siguiendo una orientación circular y generando así un efecto de espejo. La excepcional ubicación de las firmas sobre el mobiliario fue un recurso pocas veces utilizado por el artista que se observa en otros dos casos: el de Mariano Egaña de 1827 (Colección Banco Central), firmado en la parte superior de uno de los brazos del sitial en que esta sentado; y al costado derecho del sofá en que se representó a Carmen Bascuñán Valledor (Colección Particular), realizada también en 1852.