Caupolicán fue el líder del pueblo Mapuche que habitaba en los territorios que ahora se conocen como Chile y Argentina. Resistió valientemente a los avances de los colonizadores, pero tras ser traicionado, fue capturado tras la Batalla de Antihuala el 5 de febrero de 1558 y ejecutado por los españoles mediante empalamiento. Su lucha inspiró el tema del poema épico La Araucana del español Alonso de Ercilla y Zuñiga (1533-1594). Ercilla, de origen noble, pasó su juventud al servicio de Carlos V, acompañando al príncipe Felipe en viajes a otros estados del imperio. En 1555 viajó a Perú y siguió a García Hurtado de Mendoza, recién nombrado gobernador y capitán general de Chile. Presente en las batallas contra los insurgentes araucanos, fue testigo de la muerte de Caupolicán. En su poema, Ercilla canta la guerra, exaltando al pueblo con el que lucha y mostrando su admiración por el amor de los indios hacia su tierra y su libertad.
La existencia del poema épico de Ercilla hizo posible que los héroes de la resistencia Mapuche contra los españoles en el siglo XVI -como Lautaro, Caupolicán y Galvarino- fueran reconocidos después de la Independencia de Chile. Sin embargo, el agravamiento de los conflictos fronterizos y las campañas de exterminio militar llevadas a cabo entre 1860 y 1865, especialmente del lado chileno (la denominada “Pacificación de la Araucanía”), desencadenaron un proceso de deconstrucción de los antiguos líderes mapuche, cantados en La Auraucana. Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), prominente liberal y miembro de la élite progresista chilena, por ejemplo, se pronunció contra el mito construido por Ercilla en varias ocasiones. En su obra Lautaro y sus tres campañas contra Santiago. 1553-1557 de 1876, Vicuña Mackenna ambicionó reconstituir la verdad histórica al escribir: “veamos a Lautaro presentarse como genuinamente bárbaro, cruel, borracho, falso y hasta traidor; es decir, un indio araucano con toda la extensión de los defectos de su raza”.[1]
Claudio Cifuentes Aldunate en un artículo con enfoque semiótico, fija la evolución del personaje de Caupolicán en La Araucana en cinco etapas y representaciones correspondientes: 1. Unidad dual. Fuerza corporal e inteligencia al servicio del pueblo. Vencedor, célebre y en equidad de papel con Carlos V. 2. Desintegración de su imagen. Unidad dual de fuerza e inteligencia al servicio de sí mismo. Pérdidas bélicas, de prestigio y fama. 3. Restauración parcial de su imagen a través de la elocuencia y el ingenio. 4. Desintegración total de su imagen en persecución y encarcelamiento. 5. Recuperación de su integridad mediante el bautismo y la muerte. Valiente, temido y digno, es ejecutado con el atributo cristiano que le faltaba.[2]
Monvoisin lee La Araucana, pero no enfatiza en la valentía del líder mapuche durante las batallas o en la muerte. El pintor se centra en la reacción de la esposa del héroe, Fresia, cuando lo ve encarcelado. Momento, según Claudio Aldunate, de total desintegración del personaje.
“¡Ay de mí! ¡Cómo andaba yo engañada
con mi altiveza y pensamiento ufano,
viendo que en todo el mundo era llamada
Fresia, mujer del gran Caupolicano!
Y agora, miserable y desdichada,
todo en un punto me ha salido en vano,
viéndote prisionero en un desierto,
pudiendo haber honradamente muerto.
(...)
“Toma, toma tu hijo, que era el ñudo
con que el lícito amor me había ligado;
que el sensible dolor y golpe agudo
estos fértiles pechos han secado:
cría, críale tú, que ese membrudo
cuerpo en sexo de hembra se ha trocado;
que yo no quiero título de madre
del hijo infame del infame padre”
Diciendo esto, colérica y rabiosa
el tierno niño le arrojó delante,
y con ira frenética y furiosa
se fue por otra parte en el instante. (...)”[3]
Aun así, la figura de Caupolicán parece incidir en la composición, ya que aparece ligeramente agrandada en relación con los demás personajes, cierta alusión a las escenas de Cristo presentado ante la multitud, configurando de este modo la iconografía del mártir. La clara distinción entre sufrimiento y entrega femeninos con la resuelta moderación masculina hace explícita la intención literaria-histórica, y también moralizadora de la composición, abordaje innovador al contexto de la pintura de género histórico en América Latina.
Se considera que la obra tiene intervenciones de taller, dada la diversidad de su factura con áreas claramente inacabadas, por eso pesaron acusaciones de poco esfuerzo de parte del artista. Monvoisin realizó dos versiones para la captura de Caupolicán. La primera, aquí estudiada, es el resultado de un encargo de Manuel Solar Gorostiaga en 1853, junto con la tela La abdicación de O'Higgins, actualmente perdida y conocida solo por una litografía y un bosquejo. El biógrafo de Monvoisin, David James, informó que el tema parece haber sido sugerido por el historiador y político Miguel Luis Amunátegui (1828-1888) y que Monvoisin viajó entre 1854-1855 a la Araucanía para estudiar la región y “hacer una buena colección de croquis de fisonomía de los indios”[4]. Monvoisin retoma el tema en una tela presentada en el salón de París en 1859, Caupolicán prisionero y Fresia (Caupolicán, jefe de los araucanos, prisionero de los españoles), hoy en el Museo O'Higginiano y de Bellas Artes de Talca.
Durante siglo XX, la pintura estuvo en el comedor de la finca Santa Corina, propiedad de la familia Riesco Jaramillo, hasta principios de la década de 1970[5], cuando pasó a manos del estado chileno y se dio a conocer.
[1] Vicuña Mackenna, Benjamín: Lautaro y sus tres campañas contra Santiago. 1553-1557. Estudio biográfico según nuevos documentos. Santiago: Impr. de la Librería del Mercurio, 1876, p. 6.
[2] Cifuentes Aldunate, Claudio: “Caupolicán: creación y recreaciones de un mito”, Noter og kommentarer fra Romansk Institut. Odense Universitet 53 (1982), p. 64.
[3] Alonso de Ercillla: La Araucana. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 2005, canto XXXIII.
[4] James, David : Monvoisin. Buenos Aires, Emecé Editores, 1949, p. 89. Miguel Luis Amunátegui publicaria en 1862, Descubrimiento i conquista de Chile, y, en 1882, Vida del jeneral don Bernardo O"Higgins: (su dictadura, su ostracismo).
[5] Agradecemos a Juan Manuel Martínez, investigador del Museo Histórico Nacional de Santiago, la información sobre esta pintura.
Bibliografía
1928
ÁLVAREZ URQUIETA, Luis, Breve historia de la Pintura en Chile, algunos juicios críticos y nómina de los cuadros de la Colección Luis Álvarez Urquieta. Santiago, [s.n.], p. 20.
1949
JAMES, David, Monvoisin. Buenos Aires, Emecé Editores, pp. 84-85.
VV.AA, Monvoisin. Santiago, Ediciones Instituto de Extensión de Artes Plásticas, Universidad de Chile, p. 33.
2010
VIEIRA CHRISTO, Maraliz de Castro, “Monvoisin no Salon de 1859: índios, mestiçagem e pessimismo”, VI Encontro de História da Arte. Campinas, Universidad Estadual de Campinas, 2010, p. 283.
Caupolicán era líder dos mapuche, que viviam nos territórios hoje conhecidos como Chile e Argentina. Bravamente resistiu aos avanços dos colonizadores, porém, traído, foi capturado após a Batalha de Antihuala, em 5 de fevereiro de 1558, e executado pelos espanhóis, por empalamento. Sua luta foi tema do poema épico La Araucana, do espanhol Alonso de Ercilla y Zuñiga (1533-1594). Ercilla, de origem nobre, passou a juventude a serviço de Carlos V, acompanhando o príncipe Felipe em viagens por outros estados do império. Em 1555, vai para o Peru e segue García Hurtado de Mendoza, recém-nomeado Governador e capitão-general do Chile, nas batalhas contra os sublevados araucanos, tornando-se testemunha da morte de Caupolicán. Em seu poema, Ercilla canta a guerra, exaltando o povo a quem combate, deixando claro a admiração pelo amor dos índios à terra e à liberdade.
A existência do poema épico de Ercilla possibilitou que, por algum tempo, heróis da resistência mapuche contra os espanhóis no século XVI, como Lautaro, Caupolicán e Galvarino, fossem reconhecidos após a independência chilena. Entretanto, o agravamento dos conflitos de fronteira e as campanhas militares de extermínio, levadas a efeito de
Claudio Cifuentes Aldunate, em artigo de abordagem semiótica, fixa em cinco etapas a evolução do personagem de Caupolicán, em La Auraucana, e correspondentes representações: 1. Unidade dual. Força corporal e inteligência a serviço do povo. Vencedor, famoso e em equidade de papel com Carlos V. 2. Desintegração de sua imagem. Unidade dual de força e inteligência a serviço de si mesmo. Perdas bélicas, de prestígio e de fama. 3. Restabelecimento parcial de sua imagem através da eloquência e sagacidade. 4. Desintegração total de sua imagem na perseguição e prisão. 5. Recuperação de sua integridade através do batismo e morte. Valente, temido e digno, é executado com o atributo cristão que lhe faltava.[2]
Monvoisin lê La Araucana, mas não enfatiza a coragem do líder mapuche nas batalhas ou na morte. O pintor fixa-se na reação da esposa do herói, Fresia, ao vê-lo prisioneiro. Momento, segundo Claudio Aldunate, de total desintegração do personagem.
“¡Ay de mí! ¡Cómo andaba yo engañada
con mi altiveza y pensamiento ufano,
viendo que en todo el mundo era llamada
Fresia, mujer del gran Caupolicano!
Y agora, miserable y desdichada,
todo en un punto me ha salido en vano,
viéndote prisionero en un desierto,
pudiendo haber honradamente muerto.
(...)
“Toma, toma tu hijo, que era el ñudo
con que el lícito amor me había ligado;
que el sensible dolor y golpe agudo
estos fértiles pechos han secado:
cría, críale tú, que ese membrudo
cuerpo en sexo de hembra se ha trocado;
que yo no quiero título de madre
del hijo infame del infame padre”
Diciendo esto, colérica y rebiosa
el tierno niño le arrojó delante,
y con ira frenética y furiosa
se fue por ora parte en el instante. (...)”[3]
Ainda assim, parece incidir sobre a composição, em que a figura de Caupolicán aparece ligeiramente agigantada em relação aos outros personagens, uma certa alusão às cenas de Cristo apresentado à multidão, configurando a iconografia do mártir. A clara distinção entre o sofrimento e entrega femininos, e a contenção resoluta masculina também explicita a intenção literário-histórica e moralizante da composição, abordagem inovadora para o contexto da pintura de gênero histórico na América Latina.
Considera-se que a obra tenha intervenções de ateliê, dada a heterogeneidade de sua fatura, com áreas claramente inacabadas. Por esses motivos, padeceram sobre a obra acusações de pouco empenho do artista.
O artista realizou duas versões para a captura de Caupolicán. A primeira, de que se trata aqui, fora encomendada por Manuel Solar Gorostiaga, em 1853, juntamente com a tela La abdicación de O’Higgins, hoje perdida, conhecida apenas por uma litografia e um esboço. O biógrafo de Monvoisin, David James informou que o tema parece ter sido sugerido pelo historiador e político Miguel Luis Amunátegui (1828-1888) e ter Monvoisin viajado, entre 1854-1855 a Auracania, para estudar a região e “hacer una buena colección de croquis de fisonomías de los indios”[4] .Monvoisin retoma o tema em uma tela apresentada no salão de Paris, em 1859, Caupolicán prisionero y Fresia (Caupolicán, jefe de los araucanos, prisionero de los españoles), hoje no Museo O'Higginiano y de Bellas Artes de Talca
No século XX, o quadro esteve na sala de jantar da fazenda Santa Corina, de propriedade da família Riesco Jaramillo, até o começo da década de 1970[5], quando passou ao estado chileno e tornou-se conhecido.
[1] Vicuña Mackenna, Benjamín: Lautaro y sus tres campañas contra Santiago. 1553-1557. Estudio biográfico según nuevos documentos. Santiago, Impr. de la Librería del Mercurio, 1876, p. 6.
[2] Cifuentes Aldunate, Claudio: “Caupolicán: creación y recreaciones de un mito”, Noter og kommentarer fra Romansk Institut. Odense Universitet 53 (1982), p. 64.
[3] Alonso de Ercillla: La Araucana. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 2005, canto XXXIII.
[4] James, David : Monvoisin. Buenos Aires, Emecé Editores, 1949, p. 89. Miguel Luis Amunátegui publicaria em 1862, Descubrimiento i conquista de Chile, e, em 1882, Vida del jeneral don Bernardo O"Higgin : (su dictadura, su ostracismo).
[5] Agradecemos a Juan Manuel Martínez, pesquisador do Museo Histórico Nacional de Santiago, as informações sobre esse quadro.
Bibliografía
1928
ÁLVAREZ URQUIETA, Luis, Breve historia de la Pintura en Chile, algunos juicios críticos y nómina de los cuadros de la Colección Luis Álvarez Urquieta. Santiago, [s.n.], p. 20.
1949
JAMES, David, Monvoisin. Buenos Aires, Emecé Editores, pp. 84-85.
VV.AA, Monvoisin. Santiago, Ediciones Instituto de Extensión de Artes Plásticas, Universidad de Chile, p. 33.
2010
VIEIRA CHRISTO, Maraliz de Castro, “Monvoisin no Salon de 1859: índios, mestiçagem e pessimismo”, VI Encontro de História da Arte. Campinas, Universidad Estadual de Campinas, 2010, p. 283.