Monseñor Diego Antonio Elizondo y Prado fue obispo de Concepción entre 1841 y 1852. El retrato de Monvoisin –realizado un año antes de la muerte del prelado– lo representa cuando tenía un poco más de setenta años, vistiendo hábito púrpura y cruz pectoral, signos de su dignidad eclesiástica, a los que se agrega el escudo episcopal ubicado en la esquina superior derecha. Su formato reducido, lejano a la tipología de los retratos oficiales de obispos, así como su posterior traspaso a colecciones públicas, permitiría descartar que la pintura formara parte del patrimonio del Obispado de Concepción. Es bien probable que la obra haya sido propiedad de su sobrino Francisco de Arriagada, ya sea porque la recibió en herencia junto a los demás bienes del obispo (James, 1949, pp. 80-81) o porque el mismo le encargó a Monvoisin un retrato de su tío. Debe tenerse en cuenta que Arriagada tuvo un vínculo fluido con el pintor, como lo demuestra su encargo del lienzo del Cristo para la Catedral de Concepción, así como el haber poseído un boceto de Monvoisin y una pintura sobre cartón de Clara Filleul, obras preservadas actualmente en el Museo Histórico Nacional y el Museo Nacional de Bellas Artes, respectivamente. Por tanto, a pesar de que faltan antecedentes, la hipótesis de que el retrato del obispo Elizondo fue propiedad de Arriagada es coherente con la posterior adquisición de la pintura para formar parte de colecciones públicas.
La fortuna crítica de la obra es contundente. El catálogo de la Exposición del Coloniaje, realizada el año 1873, se refiere a ella como “uno de los mejores retratos pintados en Chile por Monvoisin” (p. 27). La obra figura como parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes desde 1896 (1896, p. 19) y la circunstancia de pertenecer a un fondo público afianzó su prestigio de obra clave dentro de la producción del artista. Pocos años después, en 1902, Pedro Lira escribió que Monvoisin realizó en Chile “una enorme cantidad de retratos, algunos de ellos de bastante mérito, como el del Obispo Elizondo, actualmente en el Museo de Bellas Artes” (p. 262). En 1931, la obra fue traspasada al Museo Histórico Nacional. A mediados del siglo XX, otros autores mencionan el retrato como una obra sobresaliente (Flores Araoz, 1941) o “un documento de gran valor psicológico” (Solá y Gutiérrez, 1948, p. 29), proyectando en el tiempo el juicio de que se trataría de una obra excepcional.
Otras dos pinturas han sido identificadas como retratos de monseñor Elizondo, un lienzo de Monvoisin que se conserva en el Museo de la Catedral de Concepción y un cartón pintado por Clara Filleul, en cuyo reverso se puede leer la siguiente inscripción: “Etude peinte par Clara Filleul au Chili / d'aprés le portrait en pied del señor don / Elizondo, prince palatin, évêque / de Concepcion paint par R. Q. / Monvoisin en grandeur naturalle”. Sin duda, la pintura de Monvoisin a la que se refiere la leyenda es la que se conserva en Concepción, pues ambas muestran al obispo sentado, con la mitra episcopal sobre una mesa y en el fondo se ve un retrato masculino colgado en la pared y un arreglo de flores. Las obras, como lo señaló Juan Manuel Martínez, manifiestan que “el juego de taller entre Filleul y Monvoisin fue intenso” (Martínez, 2014, p. 84).
Sin embargo, estas pinturas de Filleul y Monvoisin no representan al obispo Elizondo. En primer lugar, no hay ninguna semejanza fisionómica con el retrato de Elizondo adquirido en 1896 por el Museo Nacional de Bellas Artes. En segundo lugar, Elizondo tenía sesenta y cuatro años cuando Monovoisin llegó a Chile y los retratos en disputa muestran a un hombre mucho más joven, de cuarenta años, tal vez. Tampoco las cruces pectorales guardan semejanza con la que usaba el obispo Elizondo. Por tanto, a pesar de la inscripción en la pintura de Filleul, debe descartarse que el retratado en estas dos obras sea Elizondo. Es plausible que se trate, más bien, de retratos de monseñor Justo Donoso, que fue obispo de Ancud entre 1848 y 1853, y de La Serena desde 1853 hasta su muerte en 1868. El año 1845, el Gobierno propuso como primer obispo de Ancud a Donoso, quien se desempeñaba en ese momento como vicario general de la Diócesis de Concepción y canónigo de Catedral. A pesar de que la designación pontificia no se produjo sino hasta julio de 1848 y la consagración en febrero de 1849, el futuro obispo gobernó como electo desde 1845[1]. Las pinturas de Monvoisin y Filleul, por consiguiente, podrían mostrar a Justo Donoso en esta condición temporal y el encargo se pudo producir cuando aún residía en la ciudad de Concepción. Los signos son claros. En primer lugar, lleva sobre su cabeza la muceta negra que distingue a los canónigos, en segundo término, la mitra, signo inequívoco de la condición de obispo, fue representada a una cierta distancia del retratado. La pintura debió ser solicitada mientras Donoso aún residía en Concepción, con el objetivo de que permaneciera en esa ciudad, pues no tenía sentido que un obispo usara como retrato oficial una pintura que lo mostraba antes de ser consagrado obispo. En cambio, para la diócesis penquista era la representación de un canónigo local que había accedido a la dignidad episcopal.
[1] Oviedo Cavada, Carlos. Los obispos de Chile 1561-1978. Santiago: Editorial Salesiana, 1979, p. 75.
Bibliografía
1873
Catálogo razonado de la Esposicion del Coloniaje celebrada en Santiago de Chile en setiembre de 1873. Santiago, Imprenta del Sud-América.
1896
Catálogo Museo Nacional de Bellas Artes. Santiago, Imprenta y Librería Ercilla.
1902
LIRA, Pedro, Diccionario biográficos de pintores. Santiago, Litografía Esmeralda.
1909
RICHON BRUNET, Ricardo, “Conversando sobre arte. El arte del retrato y su importancia histórica. (A propósito de Monvoisin)”, Selecta, Santiago, nº 5, reprod., p. 138.
1941
FLORES ARAOZ, José, “Raimundo Monvoisin”, Cultura Peruana Revista bimestral ilustrada, Lima, nº 1 y 2, enero-febrero y marzo.
1948
SOLÁ, Miguel y GUTIÉRREZ, Ricardo, Raymond Quinsac Monvoisin. Su vida y su obra en América. Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Artes, reprod., [s.p.].
1949
JAMES, David. Monvoisin. Buenos Aires, Emecé.
1955
VV.AA., Monvoisin. Santiago, Instituto de Extensión de Artes Plásticas de la Universidad de Chile, reprod., [s.p.].
1986
OSSA, Nena, La mujer chilena en el Arte. Santiago, Lord Cochrane.
2005
ALEGRÍA, Luis, MARTÍNEZ, Carlos y NÚÑEZ, Gloria, “La invención de patrimonio en el discurso y obra de Benjamín Vicuña Mackenna: la Exposición Histórica del Coloniaje y el Museo Histórico del Santa Lucía” en: Fondo de Apoyo a la Investigación Patrimonial. Informes. Santiago, Centro de Investigaciones Barros Arana - DIBAM.
2014
MARTÍNEZ, Juan Manuel, Arte en Chile: 3 miradas. El poder de la imagen, vol. 1. Santiago, Museo Nacional de Bellas Artes.
Obras vinculadas
Las obras presentadas a continuación se encuentran relacionadas entre sí, ya sea por vinculaciones familiares entre los personajes representados; procedencias y propietarios similares o bien, por contextos de producción, formación de obras seriadas, copias, temas o iconografías compartidas, entre otras cuestiones.