Debido a su notable calidad y a su procedencia local, este retrato llegó a ser considerado como obra de Raymond Monvoisin, al punto de ser incluido en la gran exposición dedicada al pintor en 1955. Una atribución de este tipo resulta, sin embargo, algo problemática, sobre todo cuando el panorama artístico de las primeras décadas republicanas en la región se revela cada vez más complejo. Aunque con menos fortuna crítica que Monvoisin, fueron muchos los pintores europeos que circularon por las costas sudamericanas, en una labor que a veces pudo ser circunstancial, pero en otros casos resultaría clave para la definición de un nuevo paradigma estético en la región.

Por cronología, la obra solo podría haber sido encargada a Monvoisin en Europa, ya que la retratada luce un traje de abierto gusto romántico que se pondría definitivamente de moda en la década de 1830. Una comisión de este tipo no resultaría difícil, toda vez que aquel artista trabajó en París varios encargos para comitentes chilenos. Pero el estilo del lienzo tampoco puede asociarse de manera categórica con el pintor francés. De hecho, resulta más afín al trabajo de otro artista europeo perteneciente a la misma generación de Monvoisin, pero con un entrenamiento muy distinto, quien transitó por la costa sudamericana del Pacífico entre 1826 y 1830. Se trata del pintor tirolés, residente en Filadelfia desde 1817, Francis Martin Drexel (Dornbirn, Austria, 1792 – Filadelfia, EEUU, 1863). Después de una estadía de poco menos de un año entre Guayaquil y Lima, Drexel llegó a Valparaíso a mediados de 1827, trasladándose a Santiago luego de dos meses. En marzo del año siguiente, reinicia su viaje trasladándose a Coquimbo y, de allí, a Arica, La Paz, Puno y Arequipa. En 1829 regresó brevemente a Valparaíso y a Santiago, para iniciar el viaje de retorno a Filadelfia en enero de 1830.

En su paso por Sudamérica, Drexel dejaría una copiosa obra que hoy apenas se empieza a identificar, aunque este proceso no resulte tan complejo debido a que estas suelen ceñirse a un repertorio bastante reducido de fórmulas. El retrato aquí reseñado presenta varios de los recursos típicos de Drexel, desde el eventual uso de cielos nubosos como fondo de la composición, hasta la pose de la retratada. Obsérvese, por ejemplo, el retrato de Paula Jaraquemada Alquízar (Museo del Carmen de Maipú), atribuido al artista tirolés, en el que se repite exactamente la misma disposición de la figura en relación con el resto de la superficie del lienzo. Al mismo tiempo, el lenguaje de este último es bastante más convencional y carece del intenso verismo de la figura de la niña. Es posible pensar que las diferencias de calidad entre ambas obras respondan a la distinta importancia de cada encargo, por lo que la atribución a Drexel no resulta tan arbitraria, aunque debe mantenerse con ciertas reservas.

Entre las obras de Drexel atribuidas erróneamente a Monvoisin sobresale el retrato femenino del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, ya estudiado por Roberto Amigo.[1] Debe señalarse, además, la identificación como obra de Drexel del retrato de José María Benavente Bustamante (BA-095) del Museo Histórico Gabriel González Videla, observado durante el relevamiento de las pinturas de Monvoisin. Este retrato fue realizado probablemente cuando Benavente Bustamante ejerció como Intendente Provincial, ya que es coincidente con la estadía de Drexel en Coquimbo entre 10 de abril y 09 de julio de 1828.