“Don Francisco de la Arriagada, heredero de buena parte de la fortuna de su tío, el Iltmo. Sr. Elizondo, quiso hacer un obsequio a la Catedral, manifestación del afecto que profesaba a la Diócesis e iglesia en que actuó por tantos años su respetable tío.
Se resolvió a costear un altar, i para el efecto encomendó al famoso pintor Raimundo Q. Monvoisin la ejecución de un cuadro relijioso, ejecutó el pintor su obra i llegó a Concepción el “Cristo de Monvoisin”, una de las buenas producciones del pincel de este renombrado artista durante su permanencia en Chile. El nombre del autor escusa de hacer una crítica de esta tela, la mejor joya pictórica que posee la Catedral. Según datos que he recogido, el precio pagado a Monvoisin por su obra fue de seis mil pesos de nuestra antigua moneda de oro; lo que / querría decir que no es aventurado fijarle hoy cincuenta mil pesos como valor” (Muñoz, 1910, pp. 91-92).
“Tenía un taller instalado en el jardín donde un inquilino y su mujer le sirvieron de modelo para un gran cuadro que tituló “Los refugiados de Paraguay”. Bajo este parrón pintó también “La Cena de los girondinos” y un Cristo de grandes proporciones que actualmente se encuentra en Concepción” (Peña, 2012, p. 257).
“Mide la tela 4.84 mts. De alto, por 3.40 mts. De ancho i la altura del altar i retablo es de 2.98 mts. A la izquierda del cuadro, abajo, hai en la tela una firma que dice: R. Q. Monvoisin 1852-Chile” (Muñoz, p. 92).
Un aspecto sobre el que resulta interesante reflexionar es acerca del contexto espacial en el que la pintura fue situada. La obra debió llegar a Concepción el mismo año en que habría sido realizada, es decir, en 1852. Como la catedral se encontraba en construcción, el lienzo pudo ser instalado provisoriamente en la parroquia del Sagrario, cuyos trabajos estaban recién terminados. La llegada de la pintura coincidió con la muerte del obispo Elizondo, quien fue reemplazado por José Hipólito Salas en 1854. El nuevo obispo le dio un impulso decisivo a las obras de la Catedral, cuya consagración se celebró en 1867. El edificio, concebido por el arquitecto Juan Herbage, así como las pinturas, esculturas y altares que lo adornaban, obedecían al claro propósito de instalar una nueva estética para el espacio y la imagen religiosa, postura que se caracterizaba por el rechazo a las formas coloniales y la promoción de unas soluciones arquitectónicas, escultóricas y pictóricas adecuadas a la promoción de una piedad ilustrada. El Cristo de Monvoisin, enmarcado en mármol y situado sobre un discreto altar del mismo material, fue una pieza clave en este empeño del obispo Salas (Muñoz, 92). En la actualidad, la pintura y su estructura de mármol, una de las pocas piezas que sobrevivieron al terremoto de 1939 que destruyó el edificio de la Catedral, se ubican en una capilla lateral, a la izquierda del presbiterio.
Cristo y Magdalena resulta la pintura más venerada en el corpus de los cuadros con temática religiosa de Monvoisin en Chile. Su fama se debe a la combinación de aspectos formales, locales e historiográficos. Con casi tres metros de ancho y tres y medio de altura, es una de sus pinturas de mayor tamaño que podemos encontrar en el país. Además, su ubicación en un altar del templo principal de Concepción permitió que –contrario a la mayoría de su ouvre en colecciones privadas– haya podido ser observado y admirado por el amplio público que frecuentaba la catedral, así como también analizado por un grupo de estudiosos que escribían sobre el arte de Monvoisin. Cabe señalar que en las publicaciones históricas referentes a esta pintura, siempre se presenta como de excepcional nivel artístico y por sobre otras escenas religiosas del artista. El cuadro se considera “la mejor joya pictórica que posee la Catedral” (Muñoz, pp. 91-92), “su obra religiosa más importante” (James, 1949, p. 80) y la que “descuella” entre un número de cuadros religiosos del pintor (Richon Brunet, 1912, p. 218).
La pieza posee un gran sentido de teatralidad y dramatismo, logrados por los marcados contrastes de luz y sombra, la fuerza de la volumetría del cuerpo de Cristo, el carácter fantasmagórico de los ángeles dolientes y el patetismo del gesto de María Magdalena debajo de la cruz. Tal carácter lo asemeja a un cierto tipo de pintura católica francesa que utiliza un lenguaje impactante para atraer la atención del espectador. Se trata de un lenguaje aparatoso que fue tomando forma a raíz de la necesidad de los artistas de producir obras que no pasaran inadvertidas en los salones; trabajos capaces de impactar y llamar la atención del público y de la crítica. Una de las consecuencias de esta tendencia era el traslado del enfoque desde la representación de la acción hacia la comunicación del significado con las emociones, expresiones y afectos; hincapié en el estado psicológico de los protagonistas, inclinación por lo sentimental y, en consecuencia, acercamiento visual al espectador. En el caso de la pieza de la Catedral de Concepción, esto último fue obtenido también a través del plano poco profundo y el relleno de toda la superficie de la tela con figuras representadas. La iconografía y los elementos compositivos elegidos por Monvoisin hacen referencia a la tradición de la pintura devocional europea, entre ellos, el motivo de la Magdalena tendida a los pies de la cruz y la calavera, que simboliza el lugar de entierro de Adán. La incorporación del coro de ángeles que acompañan al Crucificado parece ser una innovación del pintor francés.
Bibliografía
1910
MUÑOZ, Reinaldo, La iglesia Catedral de Concepción de Chile, datos para su historia. Concepción, Litografía e imprenta J. V. Soulodre & Cia.
1912
RICHON BRUNET, Ricardo, “Conversando sobre arte. Monvoisin”, Selecta, Santiago, n° 8, p. 218.
1949
JAMES, David, Monvoisin. Buenos Aires, Emecé, pp. 80-81.
1955
VV.AA., Monvoisin. Santiago, Instituto de Extensión de Artes Plásticas de la Universidad de Chile.
2012
PEÑA MUÑOZ, Manuel, Ayer soñé con Valparaíso: crónicas porteñas. Santiago, Ril Editores, p. 257.
2020
GUZMÁN, Fernando y KELLER, Natalia, “Del salón al templo: Pintura religiosa de Raymond Monvoisin en Chile” en: CORTÉS, Gloria y DRIEN, Marcela (eds.). Raymond Monvoisin y sus discípulos: Avances de investigación. Santiago, Universidad Adolfo Ibáñez - Ril Editores, pp. 17-32.