Los retratos de Rosa Tadea de Reyes y de Luisa Gómez demuestran en forma nítida el ámbito en que actuó Monvoisin en sus primeros años en Chile. Retrató a una elite cuyo tejido social se basó en relación con un espacio de parentescos autárquicos, propio de familias extendidas, con relaciones que se sustentaban en la propiedad de la tierra y en antiguas formas de mayorazgos virreinales. Esa fue la capa social a la que Monvoisin puso al servicio su quehacer pictórico, que apeló al doble objetivo que satisfacía el arte del retrato para un sector social determinado. En un aspecto, a la función de la distinción social de quien era retratado y en otro, a la conservación de la memoria familiar, a través de la perduración de la “vera efigies”, en cuya imagen podían reconocerse sus descendientes.
Rosa Tadea de Reyes y Saravia de García fue hija de Judas Tadeo de Reyes y Borda y de Ignacia de Saravia y Baltierra. Nació a fines del siglo XVIII y se casó en 1816 con Antonio García y Haro, un militar nacido en 1796 en Cartagena, España. En 1814, García y Haro era subteniente del Regimiento Talavera y combatió por la causa real en Rancagua. Año en que se restauró la monarquía en Chile y el padre de Rosa Tadea recuperó su puesto como secretario del gobernador del reino, como bien lo escenificó José Gil de Castro en el retrato que le realizó en 1815. Su primer hijo, Antonio, nació el 15 de abril de 1817[1], cuando su marido, su padre y su hermano Tomás debieron huir a Lima, después del triunfo patriota en Chacabuco[2], lo que significó que su familia perdiera sus privilegios debido a su orientación monárquica. Cuando la Expedición Libertadora del Perú desembarcó en 1821, García de Haro fue tomado prisionero en Lima y enviado a Chile, pero gracias a las gestiones e influencias de Rosa Tadea y sus familiares fue liberado. Ese año tuvo a su hija Isabel Teresa de los Dolores y posteriormente a su hijo Rafael. Su esposo regresó a Lima para participar con el virrey de la Serna en las campañas militares que culminaron en la batalla de Ayacucho[3]. Con la caída del Virreinato del Perú y la imposibilidad de su regreso a Chile, García de Haro debió viajar a España, donde sirvió en el ejército hispano, logrando una posición y ascendiendo en grados militares. Entre tanto, Rosa Tadea enfrentó la crianza de sus hijos y la mantención de su hogar y de las propiedades familiares en un período de gran inestabilidad política de la naciente nación chilena, en especial luego de la muerte de su padre, Judas Tadeo de los Reyes, en 1827.
Monvoisin la retrató en 1843, un año marcado por situaciones que influyeron en su vida. Su esposo regresó desde España después de casi veinte años de estar separado de su familia, su hijo mayor, Antonio García Reyes, fue electo diputado por el Partido Conservador, hecho que dio inicio a una ascendente carrera política, y murió su madre, Ignacia de Saravia y Baltierra. Suficientes coincidencias que posiblemente motivaron la realización de un retrato de gran austeridad, acorde a su estatus de matriarca, que debió conducir el destino de su familia sin un esposo presente. Sin duda, este retrato corresponde a la primera serie de obras que Monvoisin realizó en Chile, en cual podemos reconocer elementos plásticos utilizados posteriormente en otros retratos, como el de María del Tránsito Cruz Antúnez de Rosales[4], pintado al año siguiente, similar en composición y dimensiones. A Rosa Tadea, Monvosin la representó de busto completo, con la mirada al frente. Como telón de fondo, un color neutro, valorizado en matices, recurso que resalta a la representada, que viste un traje oscuro y una mantilla que le cubre la espalda y los hombros, completando su indumentaria con una cofia sobre su cabeza. Una pintura austera, cuya finalidad era la de representar por sobre todo a la fundadora de una estirpe familiar, relacionada con la formación de la nación. Rosa Tadea tuvo una larga vida; sobrevivió a su marido, fallecido en 1867, y a su hijo mayor, en 1855. En sus últimos años, posiblemente se estableció en una de sus haciendas en el valle del Aconcagua, falleciendo en 1871.
Un retrato cercano, no solo porque continúa con el estilo, sino por la relación de parentesco, fue el de Luisa Gómez del Valle y Díaz. Hija del rico comerciante y proto industria español, Ambrosio Gómez del Valle, dueño de molinos y panaderías, y de la criolla Dolores Díaz Durán, que fue retratada por José Gil de Castro en 1814, ya que era parte de la elite social criolla. Luisa Gómez Díaz nació en 1800 y se casó con José de Reyes y Saravia, con quien tuvo cinco hijos[5]. Reyes y Saravia falleció a los 53 años en 1841, antes de asumir el cargo de diputado por Chillán. Luisa Gómez fue retratada en 1844 por Monvoisin, un año después que su cuñada Rosa Tadea de Reyes y Saravia. En el retrato, Luisa fue representada de busto completo, mirada al frente. Viste un traje oscuro y un tul blanco le recubre la espalda, que se posa ligeramente sobre sus hombros. Una de las características principales de la moda femenina de la década de 1840 era el uso de un escote pronunciado, que en este caso se cerró con un prendedor, una joya que deslumbra en un retrato austero. En el fondo, un cortinaje rojo con textura, que resalta la figura de la retratada. La pintura es un retrato ovalado, a pesar de estar montada en un bastidor rectangular, recurso utilizado por Monvoisin en otros retratos, como es el caso de Isidora Zegers o el del obispo Elizondo. El retrato es parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes, gracias a la compra realizada por el Estado de Chile en 1939, al coleccionista nacional Luis Álvarez Urquieta.
[1] Reyes, Rafael. “La familia Reyes, de Santiago”. Revista de Estudios Históricos 14 (1967): 10 ss.
[2] Campos, Fernando. Los defensores del rey. Santiago: Editorial Andrés Bello, 1976, pp. 148-149.
[3] Jordán Astaburuaga, Gustavo y Castagneto Garviso, Piero (eds.). Memoria sobre la Primera Escuadra Nacional leída en la sesión pública de la Universidad de Chile el 11 de octubre de 1846. Por Antonio García Reyes. Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso, 2018, pp. 9-10.
[4] Colección Museo O’Higginiano y de Bellas Artes de Talca.
[5] Vicente, Rosario, María Concepción, Josefa y José Luis. En 1851, Monvosin pintó a su hija Josefa de Reyes Gómez y al esposo Rafael Garmendia Orrego (Colección particular).
Bibliografía
1912
RICHON BRUNET, Ricardo, “Conversando sobre arte. Monvoisin”, Selecta. Santiago, n° 8, reprod. 217-218.
1936
“Crónica nacional”, Revista de Arte. Santiago, n° 10, reprod. 37.
1951
ROMERA, Antonio, Historia de la pintura chilena. Santiago, Editorial del Pacífico, p. 42.
1955
ROMERA, Antonio, “Monvoisin como punto de coincidencia de corrientes estéticas diversas” en: Monvoisin. Santiago, Instituto de Extensión de Artes Plásticas de la Universidad de Chile, p. 64.
1955
VV.AA., Monvoisin. Santiago, Instituto de Extensión de Artes Plásticas de la Universidad de Chile, p. 81, reprod. [s.p.].
1977
CRUZ, Isabel y RODRÍGUEZ, Hernán, Arte. Museo de Bellas Artes. Pintura en Chile. Santiago, Museo Nacional de Bellas Artes, p. 24, reprod. 20.
1978
SOLANICH, Enrique, Precursores de la pintura chilena. Santiago, Departamento de Extensión Cultural del Ministerio de Educación, reprod., p. 44.
1981
ROJAS, Alicia, Historia de la pintura chilena. Santiago, Banco Español Chile, p. 256.
2008
ALLAMAND, Ana Francisca, Raimundo Monvoisin. Retratista neoclásico de la elite romántica. Santiago, Origo Ediciones, p. 84.
2014
MARTÍNEZ, Juan Manuel, Arte en Chile: 3 miradas. El poder de la imagen, vol. 1. Santiago, Museo Nacional de Bellas Artes, reprod. 94.
Obras vinculadas
Las obras presentadas a continuación se encuentran relacionadas entre sí, ya sea por vinculaciones familiares entre los personajes representados; procedencias y propietarios similares o bien, por contextos de producción, formación de obras seriadas, copias, temas o iconografías compartidas, entre otras cuestiones.